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jueves, 22 de diciembre de 2011

La crisis de la mantequilla

Hay quien no puede dormir debido a la crisis del euro o a la alta volatilidad de los mercados financieros. Sin embargo, nuestros vecinos del Norte de Europa tienen un problema mucho más acuciante. En Noruega, no hay mantequilla. Así de fácil, uno de los países más ricos del mundo tiene serias dificultades para desayunar tostadas… Y apenas utilizan aceite de oliva, así que, menos mal que existe la margarina. El problema es especialmente grave ya que es en Navidad cuando se utiliza mayor cantidad de una de las mayores innovaciones llevadas a cabo por el hombre tras el proceso de ordeñar una vaca.

El problema es sencillo, los principales productores de mantequilla del país no pudieron fabricar una cantidad adecuada a la demanda ya que las vacas este verano y otoño han dado poca leche, y, sin materia prima, no hay producto elaborado. Además, se han puesto de moda dietas pobres en hidratos de carbono y ricas en grasas y proteínas… En fin, la oferta ha caído mientras que la demanda subía. Como además Noruega es un país híper proteccionista, se juntan el hambre con las ganas de comer… Resulta dificilísimo importar productos, sobre todo, alimenticios… En fin, un desaguisado que parece tener muy poco sentido. El precio de la mantequilla en los supermercados es ya de 10,40€ el kilo (¡qué locura!). De hecho se ha creado un mercado negro de mantequilla, algo que me recuerda mucho a los días de la prohibición en EEUU, pero en lugar de con alcohol, con un producto de primera necesidad.

De verdad espero y deseo de un país desarrolladísimo y muy rico que solucionen este problema cuanto antes. Algo que no debería ser muy difícil, sobre todo si tenemos en cuenta que Dinamarca es uno de los mayores productores del mundo… ¿La solución? Muy sencilla, lo que hay que hacer es reducir a la mínima expresión las barreras arancelarias a la mantequilla, así como a la leche y a otros derivados, que más temprano que tarde acabarán por escasear, al menos en el corto plazo, para no aguar las fiestas a los noruegos. En fin, algo que me parece increíble en un grandísimo y avanzadísimo país como Noruega.

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