Mucho se está hablando de la
caída de la prima de riesgo española, que es una fantástica noticia,
principalmente porque eso significa que a nuestras empresas les sale mucho más
barato financiarse… Las grandes claro, las pymes siguen sufriendo esta asfixia
financiera que comenzó allá por el mes de septiembre de 2008.
El sector privado, familias y
empresas llevan 5 años reduciendo a un nivel menor que el deseado, eso sí, sus niveles de endeudamiento, algo
absolutamente necesario para ganar competitividad y que el país vuelva a la
senda del crecimiento, sostenido y sobre todo sostenible. El problema es que el
sector público no deja de endeudarse, cada emisión de deuda en la
que se coloca todo lo solicitado, se celebra como si fuera una fiesta. A este
respecto hay que decir algunas cosas:
1º.- Que te presten dinero no es
algo que se deba celebrar: si has tenido que pedir dinero es porque no lo
tienes, y no tener dinero es algo muy triste.
2º.- La deuda hay que pagarla,
siempre. Eso es lo único malo que tiene, por lo demás, el apalancamiento
financiero es una auténtica maravilla.
3º.- Pagar intereses no genera
ninguna riqueza en absoluto, salvo para el que los recibe. En el caso del Reino
Unido, desde que comenzara la crisis, el pago de intereses de la deuda supera
al presupuesto de sanidad y defensa juntos… ¿Me puede alguien explicar en qué
se están beneficiando los británicos de esto?
4º.- En el caso español en
concreto, esta deuda pública disparada y galopante, está generando un déficit
público que hay que financiar, y para ello, la ocurrencia ha sido una subida de
impuestos tras otra… De hecho, ya se está hablando de una subida del IVA al
23%, cuando era del 16% antes de la crisis.
Por lo tanto, hay que tener en
cuenta lo siguiente respecto a la deuda pública española: lo que sería un
motivo de fiesta es que se dejara de emitir deuda pública y se empezara, por
fin y de una vez por todas a amortizar la que tenemos, es decir, a reducir su
volumen. Hay un punto de no retorno que, una vez pasado, tiene muy difícil
solución, y es una ratio entre deuda pública y PIB del 100%. A cierre del
último trimestre de 2013, este ratio el caso español es del 92,7%... Estamos
demasiado cerca como para seguir festejando cualquier nueva emisión.
A esto hay que añadir que el apalancamiento financiero sólo es rentable si se utiliza para invertirlo en activos que generen un retorno superior al coste de la propia deuda. ¿En qué se está invirtiendo lo recaudado en estas emisiones de deuda española? Lo diré claramente, como lo haría una archi famosa marca de productos de higiene íntima femenina: N – A – D – A, ¡NADA! Este dinero que tenemos que pagar todos los contribuyentes, familias y empresas se está utilizando en financiar gasto corriente. ¿No sería más lógico reducir ese nivel de gasto?
Voy a hacer esta pregunta de otra manera. Supongamos que una familia de 4 miembros tiene unos gastos de 5.000€ al mes, y los ingresos, que provienen de la mujer y del hombre fueran de 6.000€ al mes, a orden de 3.000€ cada uno. Ahora imaginemos que el padre de familia pierde el empleo, y pasa a cobrar el subsidio por desempleo, cifrado en 1.100€ mensuales durante los primeros 6 meses. En este caso, los ingresos serían de 4.100€, lo que supone que la familia tendría un déficit mensual de 900€. En este caso, esta familia tiene tres alternativas:
1º.- Tirar de ahorros para suplir esos 900€ de déficit.
2º.- Pedir un préstamo para usar
ese dinero en financiar el déficit, es decir, en mantener su nivel de gasto.
3º.- Reducir sus gastos y
dejarlos en una cifra lo más cercana a los 4.100€ o mejor aún, por debajo.
¿Qué sería lo más lógico?
Claramente la tercera alternativa. El Estado español lleva apostando por la
segunda alternativa desde hace más de 5 años. ¿Es una alternativa sostenible en
el tiempo? Claramente no. ¿Por qué? Porque llegará un punto en el que ya nadie
le preste dinero a esa familia. Lo que muchos expertos esgrimen es lo siguiente
“si EEUU tiene una ratio de deuda pública respecto al PIB del 120% y Japón por
encima del 200%, ¿por qué no nos van a seguir financiando a los españoles?” Esta
pregunta tiene una respuesta muy directa y muy sencilla al mismo tiempo: La
economía española no es la estadounidense ni la japonesa, por desgracia igual
que por fortuna tampoco es la griega, la portuguesa o la irlandesa.
Conclusión: festejemos las
reducciones en los niveles de deuda pública en lugar de alegrarnos por su
crecimiento. El apalancamiento financiero para la financiación de gasto
corriente es una muerte lenta, pero muerte al fin y al cabo.
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